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Literatura y lingüística

Print version ISSN 0716-5811

Lit. lingüíst.  no.16 Santiago  2005

http://dx.doi.org/10.4067/S0716-58112005000100003 

 

Literatura y Lingüítica N° 16, págs: 31-50

Literatura: artículos y monografías

 

Vanguardias literarias, ¿una estética que nos sigue interpelando?

 

José Alberto de la Fuente A.
chileno,
Universidad Católica Silva Henríquez,
jdelafuente@ucsh.cl


Resumen

En este trabajo, se pretende delimitar histórica y conceptualmente el fenómeno estético de las vanguardias literarias en el contexto social, político y existencial del mundo y de América Latina. Por otra parte, se trata de entregar, de manera sintética y crítica, la información que conduce a una reflexión sobre su caducidad o vigencia a casi cien años de las circunstancias que justificaron su origen e impacto desde la arquitectura a los discursos. La visión porvenirista de las vanguardias intentó consolidar una identidad en el contexto de la modernización y apoyar, desde la literatura y otras artes, la liberación del hombre.

Palabras clave: - vanguardias literarias - novedad - liberación - revolución

Abstract

In this work, it is sought to define historical and conceptually the aesthetic phenomenon of the literary vanguards in the social, political and existential context of the world and of Latin America. On the other hand, it is to surrender, in a synthetic and critical way, the information that leads to a reflection about their expiration or validity to almost a hundred years of the circumstances that justified their origin and impact from the architecture to the speeches. The futurist vision of the vanguards tried to consolidate an identity in the context of the modernization and to support, from the literature and other arts, the man’s liberation.

key Words : - literature vanguards - novelty- liberation - revolution


1. Introducción

¿Nada nuevo bajo el sol?

El fenómeno de la vanguardia que acaeció en las primeras décadas del siglo XX, tuvo la gracia expansiva de cubrir, de manera simultánea y con distintos énfasis, el ámbito artístico-literario, el sociocultural y el político a nivel internacional. A partir de los años centrales del decenio de 1920, la economía mundial se sumerge en una crisis dramática que no se conocía desde la Revolución Industrial. La humanidad se replantea sus formas de organización y convivencia; los artistas y escritores de la época hacen lo propio en la producción de nuevos discursos estéticos y políticos.

El desarrollo más fecundo de la vanguardia, envolvente y significativo para la mayoría de los intelectuales que intentan desenmascarar el ser de la existencia humana en condiciones de violencia y exclusión, abarca principalmente regiones como Estados Unidos de Norteamérica, Europa Occidental, América Latina, URSS, República del Lejano Oriente y Siberia1.

En el orden teórico, los temas debatidos fueron de diversa índole, centrándose en conceptos como realismo, revolución, pasatismo, cambio, hombre nuevo, arte decadente, arte proletario, vanguardia, plasmación estética de la realidad, realismo crítico, realismo socialista, etc. György Lukács, en su ensayo Se trata del realismo (1938), afirmará que la gran misión social de la literatura es su relación con la vida del pueblo y su desarrollo progresista. Para él, la vanguardia verdadera se reconoce mediante las siguientes opciones y cualidades: en primer lugar, su relación con la herencia de lo popular, en el contexto de las tradiciones de los sufrimientos del pueblo y pone como ejemplo a Máximo Gorki, a Romain Rolland y a Thomas Mann. Segundo, la cuestión del realismo como actividad artística popular por su variedad inagotable y claramente antifascista. Tercero, su vínculo permanente con el Frente Popular como facilitador de la crítica de la propia historia. En los distintos lugares en que emergieron grupos y tendencias vanguardistas, se reconocen acentos y ámbitos que intervienen en los imaginarios culturales según los imperativos del momento y los nexos que establecen entre ellas como fue el caso entre Brasil y la URSS y entre Chile con Francia, España e Italia.

I. Delimitación histórica

1. La vanguardia en Europa y la URSS

De acuerdo a las diversas lecturas historiográficas que se pueden hacer para delimitar una época, es posible acordar que la vanguardia aparece en un período de transición marcado por el fin de la Época Moderna (alrededor de 1910) y el inicio de la Época Contemporánea (comienzo del siglo XX después de la Primera Guerra Mundial), "y en términos generales, cuando se trata de un período de transición (...), resulta siempre bueno contemplar tiempos paralelos de la historia, 'períodos de transición', del pasado, no ya para fijar a los artistas en tales comienzos, sino porque proporcionan otro sentimiento en relación con el curso y con las dificultades iniciales"2. Sin dejar de considerar la reacción pionera y oportunidad de los ismos europeos, por contacto y acumulación de experiencias culturales y políticas, la vanguardia presentó similitudes en las distintas regiones y países del mundo en que hubo sensibilidades atentas a la crisis del capitalismo (con posturas minoritarias o localizaciones de derecha y mayoritarias de izquierda o claramente de protesta contra le guerra y el capitalismo).

En la URSS, con el manifiesto del LEF, se demostró lo desigual que fue el uso y aplicación de ciertos conceptos como "futurismo" y sus contradictorias opciones ideológicas. Hoy nos podemos formular la pregunta en qué medida los artistas y escritores soviéticos asumen una vanguardia arraigada, plural y por el mundo popular. El manifiesto del LEF da cuenta del periodo comprendido entre 1905 y 1923; su objetivo fundamental es oponerse a las líneas reaccionarias garantizadas por la autocracia y por las prácticas de los mercaderes e industriales. Los futuristas rusos rompen con el imperialismo de los Marinetti y a través del periódico Iskusstvo Kommuny ("El Arte de la Comuna"), se organizan en barrios y se declaran en contra del poder otorgado a los comisarios del gobierno. Autodenominados "Los bolcheviques del arte" (Mayakovsky, Kamensky, Burliuk, Kruchionich, etc), se ponen de acuerdo con los escritores obreros de la ex Poletkult. Su ideario cuestiona el pasado, pretende unificar el Frente Revolucionario para terminar con la sociedad de clases y el pensamiento viejo. Pensaban que el camino hacia el porvenir comenzaba por reforzar la cultura popular, pero sin pretender tener el monopolio del arte revolucionario. El manifiesto del LEF posee muchos elementos ideológicos y estéticos comunes a la vanguardia latinoamericana, incluso en el contexto y motivación de una revolución en marcha como la mexicana que en ése entonces pasaba de la promesa a la acción.

La vanguardia en Alemania, se agrupó en torno al Bauhaus (Casa de construcción), fundada en 1919 y concluida su vigencia alrededor de 1933. Sus raíces están en el movimiento británico Arts and Grafts, en las ideas de la Werbund alemana y en la secesión vienesa. Su gran propuesta fue la Pedagogía de Talleres para modernizar la vida cotidiana e impulsar un sentimiento vital innovador dentro de los parámetros que establecerá la República de Weimar. En su propuesta todo pretende ser cambio y experimento en oposición a todo convencionalismo en el diseño. Los nombres ligados al Bauhaus son W. Gropius, L. Mies van der Rohe, O. Schlemmer, J. Itten, H. Meyer, A. Kandinsky y Paul Klee. Proponían la creación de un hombre nuevo, se oponen a la guerra, tratan de unir el pensamiento puro con la realidad concreta, buscan la trasmutación de los valores y están en contra del mundo burgués y del militarismo. Su proyecto es unir arte y vida, escuelas de Bellas Artes con escuelas de Artes y Oficios. A su filosofía integran la visión apocalíptica de Oswald Spengler (La decadencia de Occidente, 1918-1922) y Verdad y mentira en sentido extramoral de F. Nietzsche, para ilustrar el sinsentido de la existencia en medio de la decadente cultura fáustica de la ornamentación vacía. En efecto, Bauhaus fue una presencia controvertida en lo ideológico y renovadora en arquitectura que quiso consolidar nuevas modos y formas de convivencia, opta por el amor libre, estructura una filosofía propia y recupera imaginativamente la organización de la fiesta. Gropius esperaba de las artes lo que otros esperaban de la vanguardia política y literaria: superar las barreras entre clases sociales, la reconciliación estética consigo mismo y con la naturaleza y la creación de una sociedad solidaria.

La vanguardia europea (1910 hasta después de 1940), ha quedado descrita, analizada y concluida a través de uno de los principales trabajos realizado por Guillermo de Torre, en su primer intento Literaturas europeas de vanguardia (1924) y luego, en su revisión y ampliación Historia de las literaturas de vanguardia (1965)3. Para de Torre, la literatura de vanguardia fue experimental y esencialmente poética, basada en la búsqueda de lo nuevo, el antitradicionalismo, el internacionalismo, la originalidad y el afán de perfección. Llama la atención su prudencia al dejar prácticamente abierta la pregunta "¿Quiénes son propia y cabalmente los vanguardistas?", más que dilucidar qué es el vanguardismo. Su balance sobre la legitimidad de la vanguardia estaría concluido si respondiese a su prescripción o superación por escritores que, después de ella, se plantean nuevos puntos de partida. El índice de la obra registra trece ismos4, entre los cuales dedica un extenso capítulo al ultraísmo (pp. 503-599), definiéndolo como expresión de la vanguardia española e incluyendo sólo a algunos poetas de la América Hispánica y aludiendo en cuatro páginas al modernismo brasileño.

El panorama historizado y analizado por De Torre demuestra un desconocimiento de la novela y del ensayo latinoamericano de vanguardia, las condiciones de producción y las formas de recepción y asimilación del "canon" europeo por los escritores y pensadores de América. Simplemente, se omite una realidad y se pierde la visión de conjunto sobre la vanguardia en sus diferentes opciones y perspectivas.

2. Las vanguardias en América Latina

El fenómeno de las vanguardias latinoamericanas en su afán de autonomía, libertad y democratización, hay que "dejar de considerarlo como un epifenómeno de las vanguardias europeas para tratar de comprenderlo como respuesta a condiciones históricas concretas, el superar el enfoque atomista de la literatura por países para visualizar un espacio continental, y el dejar de reducirlo a sus expresiones en la poesía lírica para incorporar la totalidad de sus manifestaciones son sólo algunas de las tareas de superación de un enfoque limitante que se hacen hoy en día necesarias para una adecuada caracterización del vanguardismo hispanoamericano"5.

La vanguardia latinoamericana desarrolla su acción y propuesta en dos momentos igualmente importantes, uno que va de 1915 a 1929 y otro que va de 1930 a 1940. Estos dos momentos en que se desarrolla el proceso de la vanguardia se enmarcan históricamente por los hitos que corresponden a la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la crisis económica mundial conocida como el crack del '29 (1929-1930) y el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

El movimiento vanguardista de Brasil (Modernismo), se inició en la ciudad de San Pablo en 1922 con la Semana de Arte Moderno. Es importante destacar que en América Latina las vanguardias políticas y artísticas nacen juntas o bastante próximas en el tiempo. Los precedentes inmediatos son el "porfiriato" mexicano entre 1876 y 1910, el régimen de Estrada Cabrera (1899-1920) hasta el fin de la dictadura de Juan Vicente Gómez, en 1935. En Brasil, la oligarquía renace luego de la derrota del proyecto democrático de Floriano Peixoto (1894) y se prolonga hasta los años 20. En Chile, alrededor de 1891, también se frustra el proyecto democrático del presidente Balmaceda. En otros países, el reclutamiento oligárquico va desde 1876 en Uruguay, 1904 en Colombia, 1902 en Ecuador, etc. Mientras se va produciendo una reacomodación oligárquico-liberal hacia la democratización burguesa, representada por sectores progresistas, se produce la protesta universitaria de 1918 en la ciudad argentina de Córdoba y con ello se abre un nuevo panorama y protagonismo de las capas medias. En síntesis, el contexto en que la vanguardia literaria comienza su producción en todas sus formas y ámbitos (sociocultural, político, estético) es la crisis económica de 1929 y la secuela de la Gran Depresión hacia la década siguiente6. Lo literario y lo político siempre van juntos: resistencia a la dominación oligárquico-liberal en lo político y a sus formas de expresión cultural y de asociación a partir de la influencia extranjera, en esta caso específico la anglosajona; en Brasil, el programa no es sólo estético (antropofágico), sino una filosofía de la vida a través de la recuperación de la tierra.

Para ampliar la comprensión e integrar al análisis el origen de la vanguardia de los 20 al 30, hay que considerar la discusión lingüística como un fenómeno anterior a los años que median entre 1916 a 19357. El antecedente de esta inquietud disruptiva, es:

1) Simón Rodríguez, en Venezuela.
2) Domingo Faustino Sarmiento, Esteban Echeverría, en Argentina.
3) Domingo Faustino Sarmiento y Andrés Bello(Salvador Sanfuentes), en Chile.
4) Manuel González Prada, en Perú.
5) José de Alencar, Goncalvez Dias y Mario de Andrade (Gramatiquinha da fala brasileira), en Brasil.

La idea de un nuevo lenguaje está asociada a un hombre nuevo en un país nuevo. Quienes más se plantean este asunto son los escritores Mario de Andrade, Juan Bautista Alberdi, Jorge Luis Borges, Francisco Chuagún, Wanka Ayulo (con su ortografía indoamericana).

De 1915 a 1940, periodo nuclear de la vanguardia latinoamericana, no hay nombre de mujeres que los críticos hayan considerado tempranamente en forma relevante, ni siquiera a Gabriela Mistral por su emblemático y temprano reconocimiento internacional. La excepción más nombrada es Anita Malfatti y Tarsila Amaral en Brasil en la década del 20. La vanguardia de los 60 (con una connotación absolutamente diferente a la inicial), permite la aparición de mujeres como Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou, Delmira Agustín, Mercedes Valdivieso, Dulce María Loynaz, Teresa de la Parra, Cecilia Meireles, Clarice Lispector, Rosario Castellanos, María Luisa Bombal, Marta Traba, Ana Pizarro, Inés Echeverría; y en artes plásticas se destacarán Frida Kalho, Remedios Varo, Leonora Carrigton, etc.

Ángel Rama (1975), en su ensayo Medio siglo de narrativa latinoamericana, 1922-1972 , considera que la narrativa de vanguardia asume los problemas y el imaginario de un continente en busca de su autonomía e identidad. Argumenta que el nuevo discurso narrativo parte de una fractura artística provocada por el desgaste de las formas y de las estructuras de convivencia social. A partir del escenario que se abre con la depresión económica de 1929, los escritores hallarán la realidad en el arte y en el tráfago de la ciudad moderna. Entre 1917 y 1922, eclosiona la poesía; de ahí en adelante lo hará la narrativa realista en su proceso de configuración de un discurso más orgánico. Para Rama, la vanguardia latinoamericana se va consolidando a través de distintos momentos; entre ellos, aquel que surge apegado (hipnotizado) a lo europeo, pero que sabe tomar perspectiva para descubrir lo propio. El foco migratorio está centrado en los años 1900, 1925 y 1950, siendo Neruda una de sus excepciones. En este contexto, se pueden nombrar a escritores como Huidobro, Vallejo, Asturias, Carpentier, Uslar Pietri, Cortázar, el antillano Etienne Lero y el haitiano Aimé Cesaire. En el segundo momento, que tiene su epicentro entre 1910 y 1930, se constituye la narrativa regional como expresión de una contracolonización que busca un equilibrio entre tendencias nacionalistas e internacionalistas. Su fuerza creadora se caracteriza por un claro deslinde con la poesía, su rigor en el contar y por el empeño de "perfilar el personaje en situación". Uno de sus representantes es Carpentier con El reino de este mundo (1949). El tercer momento es considerado como el más latinoamericano por estar desvinculado de Paris y de la generación perdida de los marginales norteamericanos. Se destacan escritores como Roberto Arlt, Mariano Azuela, José Eustasio Rivera, Jorge Luis Borges, Mario de Andrade. Sin duda que a partir de 1930, predomina el vanguardismo narrativo "que rehace el pasado e inventa el futuro".

Entre los autores precursores y raros (autsiders), se agrupan, entre otros, a José Pereira de Graca de Aranha, Macedonio Fernández, Julio Torri, José Fuenmayor, Julio Garmendia, Pablo Palacio, Xul Solar, Felisberto Hernández, Euclides de Cunha. Del realismo crítico de la novela de la tierra se pasará al de la novela urbana y ulteriormente a la del realismo de la decrepitud de los años 50 respaldada por una filosofía de la fatalidad, por el tema de la decadencia y de la desintegración de la oligarquía, siendo uno de sus representantes José Donoso con las obras Coronación (1957), El lugar sin límites (1966) y El obsceno pájaro de la noche (1970).

3. Delimitación conceptual

3.1 Vanguardias y diferencias

El primer vagido de la vanguardia se escucha en Europa de la crisis del mundo capitalista en su forma larvada de expansionismo imperialista. Lenin fue el primero que aplicó el término vanguardia de lo militar a la política; de modo inmediato, los intelectuales con mayor conciencia de la historia, se resistirán al "nuevo orden" que se pretende imponer y se anticipan críticamente a la acción depredadora en contra de las culturas regionales que luego serán arrasadas por los nuevos amos del mundo, justificando la divisa de "una sociedad libre regulada por el mercado". El fenómeno es envolvente y contradictorio, se ponen en juego otras visiones y modelos de sociedad. La inspiración del concepto de vanguardia es similar en todas partes, pero su finalidad, efectos, proyección y duración en el tiempo tendrá connotaciones ideológicas diferentes de acuerdo a la perspectiva, situación concreta e intereses de intelectuales, políticos, artistas y escritores.

La URSS y América Latina, son las regiones donde más se debate la importancia de la literatura y el rol de los escritores en el nuevo escenario del tipo de capitalismo emergente; en Europa, es reactiva en un sentido menos radical y su presencia más restringida en el tiempo8. Sin embargo, hubo intelectuales como José Ortega y Gasset, quien en su conocido ensayo La deshumanización del arte (1925), se opone a nuevos experimentos estéticos y abre una discusión sobre la función del arte, el arte nuevo o "arte artístico", el hombre egregio en oposición al hombre masa y el destino trascendente del arte. Su vaticinio pretende consolidar la sociedad de castas entre hombres egregios y vulgares. "Europa vendrá a desembocar y curarse en esta nueva y salvadora escisión (...) Bajo toda la vida contemporánea late una injusticia profunda e irritante: el falso supuesto de la igualdad real entre los hombres. Cada paso que damos entre ellos nos muestra tan evidentemente lo contrario que cada paso es un tropezón doloroso"9.

En el ámbito del materialismo histórico y dialéctico, György Lukács asociaba la vanguardia a la debilidad del naturalismo y al surrealismo como expresión de la decadencia de Occidente, en franca oposición al realismo concebido como recuperación del humanismo que no capitula frente al capitalismo porque es capaz de captar las contradicciones de la realidad; entre auténticos escritores vanguardistas nombra a Miguel de Cervantes, Shakespeare, Balzac, Tolstoi, Gorki, Mann, etc. La preocupación desplegó grandes esfuerzos por elaborar teorías y sistematizar la acción en las distintas fuentes de la lucha social y de la creación artística. Adolfo Sánchez Vásquez (1970: 17-73), en la introducción general a los problemas de la estética marxista, "aceptando que lo esencial en el arte es crear una nueva realidad" y relacionando el arte con la ideología, destaca cuatro concepciones complementarias del arte que en su tiempo motivaron debates interesantes, a saber:

- Arte como reflejo (Lukács, Galvano della Volpe)
- Arte como diversión, placer (Brecht)
- Arte como sistema de signos o lenguaje específico (Moruorski)
- Arte como actividad práctico-productiva creadora (Kogan, Nóvikov, Tasalov, Fischer).

En su conjunto, todas estas perspectivas artísticas, están de acuerdo en que la realidad que capta el arte es la misma que conoce la ciencia, aunque por una vía de representación distinta. El realismo artístico aparece como el método que mejor satisface la función cognoscitiva. Mientras la ciencia opera a través de conceptos, el arte lo hace con imágenes. De este modo el arte contribuye a transformar el mundo social. Brecht, entra en conflicto con Lukács, al considerar que el surrealismo es acrítico; la crítica parta él es una exigencia de verdad inseparable de la visión inhabitual o extraña del mundo real. Para Brecht, el placer10 está destinado a transformar la realidad y de ese modo hacer más llevadera la vida humana. El arte como lenguaje, en su función expresiva es siempre síntoma o testimonio. Cuando en la reflexión marxista se dice que el arte produce de modo específico una nueva realidad, significa que imprime una forma adecuada a determinado material a fin de poder objetivar en él un contenido espiritual. La práctica social y el avance teórico fue ayudando a superar el reduccionismo entre realismo y arte moderno como expresión exclusiva de la burguesía decadente. Hoy en día, coincidiendo muchos de los teóricos que piensan el arte en este plano, no se puede desconocer la contribución de Picasso con su Guernica, y de Kafka con La metamorfosis o El proceso.

La búsqueda pasaba por una diversidad de tendencias y organizaciones: Prolet-Kult (Cultura Proletaria); LEF (Frente de Escritores de Izquierda); RAF (Asociación de Escritores Proletarios). Llama la atención que la vanguardia latinoamericana también se va organizando de manera similar y formulándose preguntas que, época tras época, seguirán vigentes: ¿Qué arte hacer? ¿Cuáles habrían de ser las relaciones entre el arte y la producción material, entre el artista y el público, entre el arte y la vida? ¿Cuál sería la misión social del escritor y el artista, y cuál su responsabilidad ante las grandes tareas que se planteaban a la sociedad?, etc. Había claridad al afirmar que en la sociedad de clases no podía haber un arte neutro. Los errores y las desviaciones teóricas dejarían en suspenso muchas de estas preguntas y el ciclo se cerraría con el absurdo y grotesco periodo stalinista.

4. La vanguardia latinoamericana

La vanguardia latinoamericana fue una forma de reacción frente al sistema expresivo del Modernismo y a las circunstancias sociales generadas por el capitalismo. Por ejemplo, en 1934, la Asociación Internacional de Vanguardias, presidida por Huidobro, sale en defensa de Bolivia ante la crisis suscitada por la guerra del Chaco; en 1937, se organiza un Congreso de Intelectuales Antifascistas para defender a la España democrática Esta vanguardia pretendió abarcar todas las expresiones artísticas. En literatura, poesía y novela asumen un rol protagónico que sigue resonando y despertando la curiosidad de los investigadores hasta nuestros días. Modernidad e identidad, técnicas de escritura y protagonismo de los creadores, son los temas recurrentes que subyacen como base de una nueva conciencia y diseño simbólico capaz de involucrar un mundo total. La vanguardia fue una empresa de desublimación, de descubrimiento, de montaje, de invención e iluminación subversiva para un nuevo humanismo (F. Shopf, 1991). Se instala y evoluciona como ruptura discursiva en medio de la ciudad, se compromete con la revolución social y con la recuperación del imaginario indígena en su intento de apropiación cultural. La vanguardia latinoamericana viene a enmendarle la plana a la estética de la cultura colonial y a sacudirse del lastre pasatista que animaba en los sectores conservadores del Romanticismo y del Modernismo; su visión porvenirista nunca renunció al intento de consolidar una identidad en el contexto de la modernización. Vista en perspectiva histórica, la vanguardia latinoamericana pareciera que advino al mundo para quedarse; después del proceso y consolidación de la independencia política a comienzo del siglo XIX, la vanguardia se apropia de una conciencia democrática y popular que metafóricamente permitirá ser considerada, ya avanzado el siglo XX, como el segundo territorio libre de América, anticipo de la teoría de la Dependencia y de la Teología de la Liberación.

El intento de delimitación conceptual de la vanguardia latinoamericana rebasa los límites de su situación temporal ¿Es posible pensar de otro modo los alcances de esta vanguardia sin el antecedente de la Primera Guerra Mundial, la revolución mexicana y la revolución cubana?

Roberto Fernández Retamar en su trabajo Vanguardia artística, subdesarrollo y revolución (1970), reconoce que el estallido de la revolución cubana ayudó a la reflexión de los artistas en su rol estético, político y cultural. La herencia se halla en el pensamiento de Martí, en las divagaciones de Rodó sobre la democracia y el utilitarismo, en la teoría literaria de Carpentier, en la acción y esclarecida conciencia política del Che, de Fidel Castro, de Amilcar Cabral, etc. Fernández Retamar (1970), al reconocer que el origen de la vanguardia hay que buscarlo en Europa, agrega que:

"en nuestro caso, a los términos vanguardia, se añade el de subdesarrollo y el de revolución. Se trata de un arte de vanguardia en un país subdesarrollado y en revolución (...) A lo largo de los años abundan los ejemplos de coincidencias de la vanguardia política y artística: Mayakovsky, Picasso, Eisenstein, Brecht, Vallejo, Neruda, Nazim Jikmet, Eluard, etc. Para mayor precisión, el término vanguardia significa: 1) Conjunto de intelectuales de avanzada. 2) Arte renovador. 3) Momento particular de ese arte, ubicado cronológicamente entre nosotros, entre la década de 1920 a 1930"11.

En la década de los 70, en Brasil, los grupos Vereda y Praxis, experimentan lo propio para renovar visiones atrapadas por la obsesión de las formas. El poeta Affonso Romano de Sant Anna, afirmará que ser vanguardia "no es ser un mero reflejo de la crisis industrial burguesa. Al contrario, ser vanguardia significa influir en la crisis, digerirla, y no limitarse a compendiarla históricamente"12.

Uno de los aspectos escasamente estudiados es la relación entre vanguardia, identidad y modernidad latinoamericana. Sostengo la tesis de que la vanguardia utilizó una dialéctica que abrió horizontes de "frontera" entre la realidad de su tiempo, la creación estética y ensayó muchas formas para transitar del compromiso de la palabra a la reflexión sobre la historia del continente enfrentado a los dilemas imperialistas. 1865,1910 y 1965, son las décadas que marcan el acento de la identidad, cuyo momento más crítico es la crisis mundial de 1929. La modernidad, en cuanto proyecto y visión filosófico-histórica, facilita el despliegue de la racionalidad universal centrada en una conciencia dueña del conocimiento y garante de la historia. En esta conciencia se explica por qué el Modernismo nace de una matriz más ideológica que estética.

5. Vanguardia y apropiación cultural

La vanguardia latinoamericana es el primer impulso a la apropiación cultural. No sólo reconoce el contexto, sino que asume como propia la cuestión social americana que, en los diferentes países, se plasma en desiguales formas de insurgencia. Según Hugo Verani, esto se manifestará en el Caribe hispánico, Puerto Rico, Cuba, Nicaragua, Guatemala, Panamá, Salvador, Honduras, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Perú, Chile, Argentina y Uruguay. En cada uno de ellos presenta rasgos diferenciados y profundiza la discusión sobre corrientes o expresiones estéticas como fenómenos culturales (arte puro v/s arte comprometido).

El marxismo de Mariátegui es, entre otros, uno de los signos del pensamiento que se niega a la aplicación mecánica y que opta por una filosofía americana en la confrontación de la imitación y la creación, de la recepción y de la crítica, de la aculturación y de la identidad, del conformismo y de la sublevación creadora. Alfredo Bosi en La parábola de las vanguardias latinoamericanas (1991), analiza uno de los propósitos de la vanguardia relativos a la "autonomización del arte", pero es imposible no reconocer que esta meta no lo fuera también en el pensamiento (autonomía de la esfera estética) que justificó Vicente Huidobro como propuesta alternativa a la grotesca y absurda manifestación de la guerra. En la medida que el artista reconoce el sentido de la otredad, surge lo que a Bosi le parece adecuado llamar "vanguardia enraizada", proyecto que responde al núcleo de una propuesta mítica en lo estético y protestataria en lo político13. La vanguardia se enraiza y se consolida en su tanteo programático al ir acentuándose la idea de América Latina como comunidad histórica. Su resistencia al pasado hispánico y su autenticidad creadora, se puede resumir a partir del giro copernicano que cambia radicalmente el sentido de la frase Nihil novum sub sole. En el manifiesto de Martín Fierro, se declara "todo es nuestro bajo el sol"; lo mismo hará Jorge Mañach en Cuba en el número uno de la revista Avance, en 1927. En Caracas, los jóvenes que inauguran la revista Válvula en 1928, dirán "...Hay mucha cosa virgen que la luz del sol no ha alumbrado hoy". En Chile, Huidobro, en su Arte Poética (1916), dirá: "Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra / El adjetivo, cuando no da vida, mata / Sólo para nosotros/ Viven todas las cosas bajo el sol".

Resignificar el sentido de la identidad latinoamericana como "unidad en la diversidad", implica reconocer que la literatura que se crea después de la década de los 20, presenta dos tendencias complementarias, la vanguardia literaria fundada en la revolución del lenguaje y la vanguardia de la preocupación política basada en la organización del discurso social. José Luis Martínez (1972:73-92), apunta a que el teatro no alcanzó plena trascendencia o significación literaria (costumbrista, subjetivista, anticolonialista, crítico del nacionalismo); en cambio la poesía evoluciona del Modernismo a la vanguardia, conformada por ultramodernistas partidarios de la "tradición de la ruptura", en particular Vicente Huidobro, César Vallejos, Jorge Luis Borges, Mario de Andrade, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Octavio Paz, Oliverio Girondo, Manuel Bandeiras, Graca de Aranha, Jorge de Lima, Rui Ribeiro Couto, Cecilia Meireles, Carlos Drummond de Andrade, etc. La novela tiene su apogeo entre 1924 y 1930 y luego se proyectará de 1950 al boom y de ahí la rica producción de los 60 en adelante. La novela vanguardista se consolida a partir de Mariano Azuela (n. 1873), Martín Luis Guzmán (n. 1887), José Eustasio Rivera (n. 1888), Rómulo Gallegos (n. 1879), Benito Lynch (n. 1885), Ricardo Güiraldes (n. 1886), Arturo Uslar Pietri (n. 1905), Jorge Icaza (n. 1906), Ciro Alegría (n. 1909), Graciliano Ramos (n. 1892), Jorge Amado (n. 1903), Mario de Andrade (n. 1893), entre los cuales, muchos de los nombrados conforman un ámbito poco estudiado en lo que constituye, por ejemplo, la llamada "Generación del 38" de Chile, el "Grupo de Guayaquil" de Ecuador, el Movimiento Modernista de Brasil y la Vanguardia Literaria de Venezuela. Este reconocimiento en retrospectiva, con la intención de valorar objetivamente el discurso narrativo, pone en duda la requisitoria de Luis Alberto Sánchez, cuando en 1932 llega a afirmar que América era una "novela sin novelistas". Vinculados a la vanguardia, la década del 40, del 50 y después de los 50, aportará, con nuevos narradores de primera línea, una gran capacidad expresiva y desmitificadora del lastre formal de la literatura española decimonónica14.

6. Conclusiones

La vanguardia y el vanguardismo artístico constituyeron un fenómeno internacional que se manifestó en el orden estético y social, y que rebasó los límites temporales para impregnar los discursos del período con un hálito de peculiar trascendencia y significación. Pareciera que ya no es posible reducir el período vanguardista al fin de la Época Moderna y al inicio de la Época Contemporánea.

El cuestionamiento crítico y las condiciones históricas en las cuales se desenvuelve la vanguardia, desbordan el cauce declarativo o manifestario y su intencionalidad primera respaldada por la intención de "cambiar el mundo, cambiar al hombre". La transformación económica que se conoce con el nombre de Revolución Industrial, acarrea consigo una serie de etapas en la evolución del capitalismo. Habría que preguntarse si la obra de Lenin El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916), no estaba adelantando el marco político, ideológico y económico, al cual iban a oponerse los intelectuales de la decadencia europea y de la renovación latinoamericana. Lenin tuvo la capacidad analítica de hablar desde los dominados, desde las culturas en proceso de mancillamiento y se adelanta un siglo para explicar las consecuencias de lo que a la postre significaría la Primera Guerra Mundial como reparto del mundo, el papel del capital financiero y los monopolios (¿vaticinio de lo que en la actualidad significa la globalización para el Tercer Mundo?).

Según el balance sociológico que se hace en los 60, la vanguardia europea fue la concreción de un concepto burgués para salir de una situación de esclerosis, cuestionando valores y estrategias políticas, pero dentro de la capilla de la rebeldía pequeñoburguesa que terminará confundiendo al escritor respecto al mercado y a su producto artístico en cuanto mercancía (una de las contradicciones más evidentes, por ejemplo, del Bauhaus). Museo y mercado serían dos fachadas del mismo edificio social. Soñaron con hacer una revolución y sólo hicieron libros15. En la URSS, la verdadera vanguardia fue abortada por los comisarios stalinistas que no alcanzaron a comprender la importancia de la conciencia crítica en un proceso revolucionario que estaba por encima de los intereses burocráticos.

La vanguardia latinoamericana no es un epifenómeno de la europea y menos una excentricidad por imitación. Por el contrario, es una respuesta anticipada al vacío dejado por la inoperancia del positivismo y la ilusión liberadora del capitalismo en la región. José Martí y Rubén Darío, constituyen nexos históricos que le abren horizontes al porvenir del pensamiento crítico y de la nueva estética. Con Lugones y Laforgue es posible romper con la tradición del simbolismo, del naturalismo y del impresionismo. La vanguardia latinoamericana es coherente en su diversidad, propositiva desde su conciencia histórica, abanico de posibilidades que no fueron sofocadas por órdenes de partido ni desviaciones ideológicas, menos por la modernolatría y tampoco por la vetustofobia exagerada. De la poesía y la polémica, se avanza hacia la novela y el ensayo. La novela de la década del 30, es la experimentación del realismo social o regional de carácter intermedio, gran antecedente de la entretenida y sólida narrativa de las décadas siguientes. Vanguardia de resistencia a la dominación oligárquico-liberal en su búsqueda autónoma de la libertad de expresión. Si tuviéramos que escoger, entre tantas obras imprescindibles para el canon latinoamericano, una que reúne y sintetiza atributos vanguardistas es Residencia en la tierra de Pablo Neruda (que en realidad son tres, la primera escrita en 1925 a 1931, la segunda entre 1931 a 1935 y la tercera, entre 1935 a 1945), cuyos poemas mayores son "Tres cantos materiales", "Entrando a la madera" y "Galope muerto" .

 

Notas

1 Vladimir Mayakovsky, en el manifiesto del LEF "Por qué se bate la LEF" (Frente de Izquierda de las Artes), agrupa a artistas, poetas, escritores y cineastas de diferentes tendencias, desde futuristas, constructivistas y productivistas comprometidos con la revolución, y señala: "El movimiento de nuestro arte ha revelado nuestra fuerza mediante la creación de ciudadelas del LEF en toda la URSS. Al propio tiempo, se ha desarrollado el trabajo de los camaradas del lejano Oriente (revista Tvorshestvo) quienes han afirmado la ineluctabilidad social de nuestra corriente, nuestra fusión completa con Octubre", en A. S. Vásquez (comp.), 1970, Estética y marxismo (tomo I), México D.F.: Editorial Era, p. 211.

2 Respuesta de György Lukács a Anna Seghers en carta del 28 de julio de 1938 a propósito de los debates sobre el realismo y la vanguardia, primera carta, p. 340, compilada en el libro Problemas del realismo (1966), México: Editorial F.C.E..

3 En el epílogo de esta obra, editada por Guadarrama en 1965, y de referencia recurrente para el estudio de la vanguardia, reconociendo la mirada sesgada del autor reducida casi exclusivamente a Europa, concluye que esta historia "pretende instaurar un punto de vista crítico distinto del usual: el análisis del fenómeno literario contemporáneo visto en función de los movimientos, escuelas y tendencias donde se diversifican las expresiones más avanzadas o movidas por un afán de originalidad", p. 867.

4 Futurismo, expresionismo, cubismo, dadaísmo, superrealismo, imaginismo, ultraísmo, personalismo, existencialismo, letrismo y concretismo, neorrealismo, iracundismo y frenetismo, objetivismo, y nuevos ismos como "situacionistas" y "pragmatistas".

5 Nelson Osorio, La formación de la vanguardia literaria en Venezuela (antecedentes y documentos), Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de Historia, 1985, p.46.

6 Bernardo Subercaseaux en Genealogía de la vanguardia en Chile, Santiago: Ediciones Facultad de Filosofía y Humanidades, UCH, 2002, dice:"Con respecto a la ubicación temporal de los procesos de apropiación y a la mayor actividad de la vanguardia en América Latina, todos los estudios críticos coinciden en situarla en la década del 20. Hay, sin embargo, discrepancias respecto a los límites temporales", p. 174.

7 Jorge Schwartz, "Utopías del lenguaje: nuestra ortografía bangwardista", pp. 122-146, en Lectura crítica de la literatura americana, vanguardia y tomas de posesión, Vol. III, tomo 195, selección de S. Sosnowsky. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1997.

8 Guillermo de Torre en la "Introducción" de Historia de las literaturas de vanguardia, plantea que el concepto de vanguardia "fue forjado en los días de la primera guerra europea, o al menos durante aquellos adquirió carta de naturaleza en las letras francesas, extendiéndose luego a otros países (...) Restándole originalidad literaria al hecho bélico, literatura de vanguardia resume con innegable plasticismo la situación avanzada de pionners ardidos", p. 20. Más adelante, de Torres define a la vanguardia como "movimiento de choque, de ruptura y apertura al mismo tiempo, la vanguardia, el vanguardismo o lo vanguardista, del mismo modo que toda actitud o situación externa, no aspiraba a ninguna permanencia y menos aún a la inmovilidad", p. 21. En síntesis, su significación se reduciría a una visión paroxística del arte.

9 H. Montes y J. Orlandi (1976), Castellano (manual antológico para la enseñanza), Santiago: Editorial Zig-Zag, p.117.

10 B. Brecht entiende el placer como producción material y de relaciones sociales, autoproducción y autocreación del hombre; el placer que proporciona el arte se adquiere cuando el espectador se incorpora al proceso de creación: he aquí su dimensión histórico-social.

11 Roberto Fernández Retamar, "Vanguardia artística, subdesarrollo y revolución", p. 339, en Estética y marxismo, Adolfo Sánchez Vásquez, ob. cit, 1970.

12 Referencia incluida por José Antonio Portuendo en su trabajo "Función social de la literatura" , incluido en el capítulo VI, p. 417 de América Latina en su Literatura, César Fernández Moreno (coord.) (1972), México: Siglo XXI Editores (décima primera edición).

13 Cf. El apéndice "Reproducción y apropiación: dos modelos para enfocar el diálogo cultural", pp. 181-193, en Genealogía de la vanguardia en Chile, Bernardo Subercaseuax, UCH, 2002. Para Subercaseaux, el modelo de apropiación cultural es una fertilidad, un proceso a través del cual lo apropiado deja de ser un elemento ajeno (idea en la cual se sustentó, por ejemplo, el Manifiesto Antropofágico brasileiro). "El modelo de apropiación cultural se contrapone a una visión dual de la cultura de América Latina; por definición el proceso de apropiación niega a un núcleo cultural incontaminado, rechaza el mito del purismo cultural y los esencialismos de cualquier tipo", p. 189.

14 A partir de la década del 40, surgen narradores como José María Arguedas, José Revueltas, Miguel Ángel Asturias, Agustín Yánez, Leopoldo Marechal, Adolfo Bioy Casares,. A partir de los 50 en adelante, surgen otros como Juan Carlos Onetti, Manuel Rojas, Miguel Otero Silva, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Augusto Roa Bastos, Joao Guimaraes Rosa, Ernesto Sábato, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, José Lezama Lima, Guillermo Cabrera Infante, etc. También es reconfortante la aparición de críticos como Ángel Rama, Emir Rodríguez Monegal, Antonio Candido, Alfredo Bosi, Carlos Monsiváis, Emmanuel Carballo, Fernando Alegría, Luis Harss, Severo Sarduy, Julio Ortrega, Antonio Cornejo Polar, etc.

15 Cf. El coloquio sostenido por Barthes, Lefebvre, Goldman, Scarpit y Silbermann en Literatura y sociedad, problemas de metodología en sociología de la literatura. Barcelona, Ediciones Martínez Roca 1969. En este coloquio, los sociólogos trataban de plantear el problema de la vanguardia literariamente y de responder sociológicamente.

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